Desafío a quien lea esto a que encuentre una raíz anterior a Robert Johnson. Se pregunte entonces. ¿Robert hacía blues? O ¿Robert inventó El Blues?
A los más racionales les diré. Tengo en cuenta las raíces del blues de los campos de algodón, de los esclavos traídos de África a los Estados Unidos, de los cantos de protesta, de las cornetas caseras, etc. Soy consciente que mucha de esa música también salía del alma. Pero era necesario Alguien que lo defina. Alguien que tuviese la humildad de los campos de algodón, la sensibilidad de aquel que no piensa sino siente, la técnica de aquel que no siente sino piensa. Aquel que llevase el blues en el alma. Esa tan preciada alma, llena de misticismo, y tan relacionada con la vida de Robert.
Ahora bien, debo hacer la racionalidad a un lado. Porque cuando comencé a escuchar blues, lo mío fue una cuestión de sentimiento en su sentido más puro, desconocía las técnicas, estructuras, escalas, y demás cuestiones vinculadas con este género. Sencillamente me llegó, me tocó en alguna parte que sólo aquellos que aprecien y sientan este estilo podrán entenderme. El blues te llega al corazón y te parte la cabeza, no hay vuelta que darle. Y lejos estaba yo en ese entonces de saber que todo comenzó con Robert.
En esta misma línea irracional, resumiré en pocas palabras a quienes no conozcan cómo es el mito de Robert Johnson. En medio de una infancia sumamente pobre y una muerte dudosa a los 27 años (clásico ya, en la historia del rocanrol), Robert desaparece un tiempo, y reaparece sabiendo tocar Blues. La leyenda dice que en el cruce de la Autopista 61 (Sí! La misma Highway 61 de Dylan!) y la 49, en Mississipi, Robert Johnson vendió su alma al diablo. En esta encrucijada, el Diablo se hizo presente y le otorgó este “don” de conocimiento e interpretación. Me pregunto entonces, conociendo este mito, ¿Realmente importa saber si esta historia es real o no? Yo soy de aquellos que elijen adherir a esta mágica y oscura leyenda.
Técnicamente lo suyo era impecable, y abrió camino a muchos, a demasiados. Pionero en el uso del “slide”, que en un principio era de acero y fabricación casera, o bien utilizando el cuello de una botella. Precursor en la utilización de la síncopa y el contrapunto en la música popular (o en castellano, esos cortes de blues que tantos nos gustan), de la aplicación de la escala pentatónica (archi utilizada en el blues, country, rocanrol, heavy, etc.), y de variantes en la afinación de las cuerdas de la guitarra. Esto último, muy explotado por Keith Richards años después (Sí. Keith Richards afina distinto, por eso los temas de los Stones nunca suenan iguales cuando los sacamos en la guitarra!). La suma de todo esto dio lugar al “Rey del Delta Blues”, como era conocido Robert Johnson.
En 5 días de sesiones de grabación, Robert tocó 29 temas (algunos discrepan de esta cifra, la realidad es que por la larga data, hay información que se desconoce). Su voz sonaba a lamento, a tristeza, pero también a pasión, a desenfreno, nada había sonado así hasta al momento. Nadie había cantado y tocado blues como él antes. Nadie.
En realidad nunca grabó formalmente un disco, sino simplemente estos bluses, los cuales fueron recopilados en 2 o 3 ediciones que andan dando vueltas por ahí. En este caso elegí una de ellas, la cual me parece más completa y abordable (también existen otras donde hay outtakes, y canciones a medio terminar) para aquellos que todavía no conocen a Robert Johnson. En su repertorio vamos a encontrar cosas que seguramente conocemos por reversiones de otros artistas.
Destaco a “Crossroads” (sigan la letra por favor, porque gran parte de su mito tiene que ver con esto. Crossroads significa Encrucijada), reversionada por Cream y John Mayer entre otros. “Walking Blues” (ahí está la raíz del blues señores!), reversionada por Clapton, Muddy Waters, y muchos más. “Rambling on my mind”. Escuhar “Me and the Devil Blues”, si aún estamos en la disyuntiva de creer o no en la leyenda de Robert Johnson.
Otra cosa. Cuando escuchen las grabaciones de Robert, recuerden que eran sólo sus dos manos, nadie más, por más que resulte difícil creerlo.
Cualquier opinión mía sobre la música del gran Robert, sería una falta de respeto. Y debo confesar que más de una vez, en la ruta, en las calles, cuando llego a una encrucijada en una de esas noches que parece el fin del mundo, recuerdo la historia de Robert, y me pregunto qué haría si el Diablo se hiciera presente y me dijera: Robert, tu alma, por la música que cambiará el mundo.
DR.
Robert Johnson - The King of Delta Blues Singers
(Grabado entre 1936/1938. Editado por Sony en 1998)
1. Crossroads Blues, 2. Terraplane Blues, 3. Come on in my kitchen, 4. Walkin Blues, 5. Last fair deal gone down, 6. 32-20 Blues, 7. Kind hearted woman Blues, 8. If I had possession over judgment day, 9. Preachin Blues, 10. When you got a good friend, 11. Ramblin on my mind, 12. Stones in my passway, 13. Travellin Riverside Blues, 14. Milkcows Calf Blues, 15. Me and the devil blues, 16. Hell hound on my trail, 17. Travelling Riverside Blues (alternate)
Guitarra y voz: Robert Johnson
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